Después de una breve espera, llega la entrevista con el campeón sudamericano.
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Dos minutos y medio de K.O de Muay Thai
Hace 12 años
lunes, 8 de diciembre de 2008
jueves, 4 de diciembre de 2008
Muay-Thai en Barranco
A continuación, una entrevista con Manuel Láinez, instructor de Muay Thai y Kickboxing en el complejo deportivo Chipoco, perteneciente a la municipalidad de Barranco.
lunes, 1 de diciembre de 2008
“Pa’ bravo yo”
Por Jorge Palacios
Después de haber visto unos cuantos videos sobre muay thai, albergué la idea de lograr patear ágilmente con la misma potencia de sus practicantes. Me imaginé todas las ventajas que podría traer ser un asiduo practicante: exhibir un cuerpo atlético el próximo verano y poder conquistar a una mujercilla atractiva, defenderme ante cualquier vil malhechor que me quiera asaltar, mostrarme más fuerte que mi sobrinito de nueve años quien llama la atención de mis familiares por su rudeza y agilidad, osar estirar la pierna; sin temer que me la arruinen, para atrapar el balón a la hora de jugar fútbol, etc. Eran múltiples los motivos que me impulsaban, pero había uno que despertaba mi mayor interés: poder parecerme a Gokú, mi héroe de la niñez, cuántos álbumes de él atesoraba en mi armario, pese al paso del tiempo, mi ilusión de convertirme en un gran luchador seguía intacta.
Así pues, me vestí con mi típica ropa deportiva y me encaminé a la escuela F-14. Llegué y me impresioné por la cantidad de jóvenes que desesperadamente pateaban sacos de arena y sudaban tanto como si estuvieran en el desierto. Los instructores fueron cordiales conmigo, pues designaron a un jovenzuelo para que me asesore. Al inicio, me intimidé un poco, tras advertir las piernas musculosas y atléticas que decoraban el local, no quise que mis piernas flácidas, similares a las de esas tías menopáusicas que tiran la toalla y se olvidan de cuidar su apariencia, desentonaran. Ante la necesidad de usar un atuendo cómodo, no tuve más remedio que ponerme una bermuda. Mientras el muchacho que iba a enseñarme los conceptos básicos se alistaba, yo opté por imitar los ejercicios que realizaba el resto. Al cabo de un par de intentos, sentí que la ridiculez me podía denunciar por impúdico, era impresionante, no podía flexionarme como ellos, y peor aún, cuando osé resistir el malestar muscular estuve a punto de desmayarme. Me sentí como un minusválido porfiado quien no acepta su irreversible incapacidad. Mi ánimo irritante y sobre todo frustrante se agravaba cuando advertía que unos niños conectaban unas patadas impresionantes. Quise disimular mi desaire y me puse a saltar soga, menuda tontería, yo estaba habituado a saltar soga al estilo de Candy, no como Rocky Balboa. Al final, me resigné, no quise imitar a nadie, mi autoestima menoscaba dio un paso al costado. Me dispuse a esperar al instructor.
Tras haber estado un rato observando el empeño que mostraban los muchachos practicantes, tomé conciencia de la disciplina que demandaba tal arte marcial, no me imaginaba cuán valiosa es la perseverancia para poder mejorar uno su técnica. El instructor o sparring (término que por primera vez oí en mi vida) me dio unas indicaciones del modo con que me tengo que parar para luchar, me explicó las diversidad de puñetes y patadas. De pronto, empecé a practicar, él cargaba una especie de esponjas a las cuales golpeaba con delicadeza comparado al modo con que golpeaba una mujer (no sé si señorita). Mi fatiga fue evidente, de un momento a otro, sentí que todo mi cuerpo estaba acalambrado, mas mi entusiasmo por entrenar seguía flameando. Ante mi desconcierto, el luchador pronunció una frase que me llenó de esperanza y representó un alivio: “en el muay thai, básicamente no hay trucos para luchar, la clave está en practicar y ser perseverante”.
Dicha afirmación me hizo pensar que si me obstino en entrenar, algún día (más temprano que tarde) lograré levantar la pierna tan alto como ellos y me veré a mi mismo como un luchador, no sé si por la apariencia, pero al menos por mi elasticidad. Tal comienzo me hizo comprender la importancia del empeño para lograr objetivos. A menudo se le asocia esta arte marcial con la conductas salvajes. Sin embargo, no existe afirmación más falsa, pues lo que verdaderamente se consigue es un gran dominio de uno mismo y se siembran ciertas cualidades como la disciplina, perseverancia e integridad, que son valiosísimas en nuestras vidas.
Pese a haberme sentido ridiculizado por el entorno, continúo enfocado en el precio de las cosas en la vida. Si quiero lucir un cuerpo físico culturista este verano, soy consciente de los sacrificios que implica. Sinceramente, mis deseos de superarme están latentes, así que seguiré asistiendo religiosamente a mis clases de muay thai soñando en que algún día voy a poder dar un patada voladora como Gokú.
Después de haber visto unos cuantos videos sobre muay thai, albergué la idea de lograr patear ágilmente con la misma potencia de sus practicantes. Me imaginé todas las ventajas que podría traer ser un asiduo practicante: exhibir un cuerpo atlético el próximo verano y poder conquistar a una mujercilla atractiva, defenderme ante cualquier vil malhechor que me quiera asaltar, mostrarme más fuerte que mi sobrinito de nueve años quien llama la atención de mis familiares por su rudeza y agilidad, osar estirar la pierna; sin temer que me la arruinen, para atrapar el balón a la hora de jugar fútbol, etc. Eran múltiples los motivos que me impulsaban, pero había uno que despertaba mi mayor interés: poder parecerme a Gokú, mi héroe de la niñez, cuántos álbumes de él atesoraba en mi armario, pese al paso del tiempo, mi ilusión de convertirme en un gran luchador seguía intacta.
Así pues, me vestí con mi típica ropa deportiva y me encaminé a la escuela F-14. Llegué y me impresioné por la cantidad de jóvenes que desesperadamente pateaban sacos de arena y sudaban tanto como si estuvieran en el desierto. Los instructores fueron cordiales conmigo, pues designaron a un jovenzuelo para que me asesore. Al inicio, me intimidé un poco, tras advertir las piernas musculosas y atléticas que decoraban el local, no quise que mis piernas flácidas, similares a las de esas tías menopáusicas que tiran la toalla y se olvidan de cuidar su apariencia, desentonaran. Ante la necesidad de usar un atuendo cómodo, no tuve más remedio que ponerme una bermuda. Mientras el muchacho que iba a enseñarme los conceptos básicos se alistaba, yo opté por imitar los ejercicios que realizaba el resto. Al cabo de un par de intentos, sentí que la ridiculez me podía denunciar por impúdico, era impresionante, no podía flexionarme como ellos, y peor aún, cuando osé resistir el malestar muscular estuve a punto de desmayarme. Me sentí como un minusválido porfiado quien no acepta su irreversible incapacidad. Mi ánimo irritante y sobre todo frustrante se agravaba cuando advertía que unos niños conectaban unas patadas impresionantes. Quise disimular mi desaire y me puse a saltar soga, menuda tontería, yo estaba habituado a saltar soga al estilo de Candy, no como Rocky Balboa. Al final, me resigné, no quise imitar a nadie, mi autoestima menoscaba dio un paso al costado. Me dispuse a esperar al instructor.
Tras haber estado un rato observando el empeño que mostraban los muchachos practicantes, tomé conciencia de la disciplina que demandaba tal arte marcial, no me imaginaba cuán valiosa es la perseverancia para poder mejorar uno su técnica. El instructor o sparring (término que por primera vez oí en mi vida) me dio unas indicaciones del modo con que me tengo que parar para luchar, me explicó las diversidad de puñetes y patadas. De pronto, empecé a practicar, él cargaba una especie de esponjas a las cuales golpeaba con delicadeza comparado al modo con que golpeaba una mujer (no sé si señorita). Mi fatiga fue evidente, de un momento a otro, sentí que todo mi cuerpo estaba acalambrado, mas mi entusiasmo por entrenar seguía flameando. Ante mi desconcierto, el luchador pronunció una frase que me llenó de esperanza y representó un alivio: “en el muay thai, básicamente no hay trucos para luchar, la clave está en practicar y ser perseverante”.
Dicha afirmación me hizo pensar que si me obstino en entrenar, algún día (más temprano que tarde) lograré levantar la pierna tan alto como ellos y me veré a mi mismo como un luchador, no sé si por la apariencia, pero al menos por mi elasticidad. Tal comienzo me hizo comprender la importancia del empeño para lograr objetivos. A menudo se le asocia esta arte marcial con la conductas salvajes. Sin embargo, no existe afirmación más falsa, pues lo que verdaderamente se consigue es un gran dominio de uno mismo y se siembran ciertas cualidades como la disciplina, perseverancia e integridad, que son valiosísimas en nuestras vidas.
Pese a haberme sentido ridiculizado por el entorno, continúo enfocado en el precio de las cosas en la vida. Si quiero lucir un cuerpo físico culturista este verano, soy consciente de los sacrificios que implica. Sinceramente, mis deseos de superarme están latentes, así que seguiré asistiendo religiosamente a mis clases de muay thai soñando en que algún día voy a poder dar un patada voladora como Gokú.
sábado, 29 de noviembre de 2008
El día sábado 6 de diciembre, en la Bombonera del Estadio Nacional, se llevará a cabo FCPerú Worl Max 2008. El evento se iniciará a las 8:00 pm y contará con la presencia de los más importantes luchadores del circuito, entre los cuales destacan los campeones de la confederación sudamericana de muay thai: Frank Paredes y Miguel Sarria; así como la participación del experimentado peleador de muay thai José Carlos Rojas, quien compite desde hace 8 años y ya lleva más de 4 años invicto. Piter Giraldo, Luis Vargas, Ángelo Pinedo, Víctor Ccanto y Jonathan Maicelo conforman este selecto grupo que reúne a los mejores representantes de combate de peso Welter del Perú. Además la súper pelea internacional entre el Sub Campeón Panamericano de Boxeo Chino Diego “Akita” Huerto y el invicto en muay thai, el Francés, Basilio Savary; y la súper pelea entre César Bujaico del F-14 versus Gorik Cazorla. Las entradas ya están a la venta en Teleticket de Wong y Metro y los precios son de s/. 35 general y s/. 50 VIP.
Gracias Rodrigo
Queremos presentar este video como una muestra de agradecimiento hacia Rodrigo Jorquera, campeón sudamericano en el 2005 que en todo momento nos ayudó con la realización de nuestro trabajo.
viernes, 14 de noviembre de 2008
Bienvenidos
Este es un blog acerca de la práctica del Muay Thai en Lima. Contiene información útil acerca de esta disciplina.
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